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Cuando llegué a vivir a San Diego en mayo de 2008, entre las primeras cosas que hice fue buscar mi comunidad. Ya había asistido a reuniones de gente latina, pero no me sentía cómoda. Un día caminando en el parque, vi una manta que decía, “Misa en español todos los domingos a la una de la tarde.”
Aún cuando me eduqué en escuelas católicas en México, no me consideraba una persona espiritual. Sin embargo, mi necesidad de pertenecer a una comunidad me animó a asistir a la iglesia. Así que el siguiente domingo estuve muy puntual en misa. Mi primera sorpresa fue ver a una mujer sacerdote, cosa que me gustó e impresionó y con la cual pude darme una idea de la apertura de la Iglesia Episcopal. Durante la misa, cuando fue tiempo de darnos la Paz, me gustó ver como los miembros de la iglesia se abrazaban y estrechaban las manos unos a otros. Pero las sorpresas para mi no terminaban. Al momento de la comunión, los niños fueron invitados a pasar al altar, y ahí con ellos la reverenda celebró la Eucaristía. Al final, la gente que asistió a la misa pasó al Gran Salón para convivir un rato más.
Durante nuestro tiempo en el café, cada domingo tengo la oportunidad de conocer más a la gente que asiste a misa. Algunas veces celebramos ocasiones especiales como cumpleaños o el día del padre, la madre o el día del niño, y la comunidad se organiza y trae comida para compartir. También, algunas veces nos hemos apoyado económicamente cuando alguno de nosotros se encuentra en un problema bastante grave, y por supuesto que hemos contado y escuchado nuestras historias personales.
A pesar de que somos una comunidad pequeña, la diversidad es grande. A misa asisten personas de México, Guatemala, Colombia, Brasil, Honduras, etcétera, y además gente de preferencias y características diferentes, y todos somos aceptados. Al igual que algunos feligreses, yo tengo un compromiso personal con la iglesia y me he involucrado un poco más con las actividades del servicio. Los domingos doy la bienvenida a la gente que asiste a misa, leo la Oración de los Fieles y algunas veces he sido invitada para dar el sermón. Si por alguna razón no puedo ir a la iglesia, me siento triste.
Desde entonces hasta la fecha he asistido a Saint Paul’s Cathedral. Por todo lo anterior yo sé que finalmente he encontrado mi lugar. +
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